Uno de los fotoperiodistas olvidados, que sin embargo realizó un comprometido periodismo.
Vida[]
Se desconocen las circunstancias de su nacimiento y muerte.
Obra[]
No evitó el peligro, ni a la muerte ni a la censura, y durante toda la guerra fotografió desde primera línea del batalla. Es el autor de la famosa imagen del patio del cuartel sembrado de cadáveres. Sobre todo tuvo repercusión en Madrid, donde destacaron sus fotos de las ofensivas de las tropas republicanas.
En 1930, ante las dificultades que se viven en la profesión, se alía con su amigo para formar la sociedad Albero y Segovia, una de las principales fuentes gráficas de la Guerra Civil desde el punto de vista republicano. Su trabajo se vio publicado en Mundo Gráfico, Crónica, Estampa, La Vanguardia o ABC. Como a muchos de sus compañeros, una vez terminada la guerra se les retiró el carnet de periodista y se les prohibió volver a fotografiar.
Es, junto a Segovia , uno de los fotoperiodistas más ignorados en los estudios, y sin embargo, su calidad periodística es casi insuperable. Sus reportajes gráficos se caracterizan por la presencia del pueblo, activo, armado, luchando por sus ideales, y al mismo tiempo, por el dramatismo de las confrontaciones armadas.
Bibliografía
- Rafael Moreno y Alfonso Bauluz, Fotoperiodistas de guerra españoles, Turner. Madrid, 2011. ISBN 9788475069807